A pesar de que finalmente esta semana se reanudó la distribución de combustible en Gaza, el temor y la frustración persisten. Durante las últimas dos semanas, la única central eléctrica de la franja de Gaza estuvo cerrada, y los residentes tenían solo cuatro horas de electricidad por día en medio de un clima con temperaturas cada vez más elevadas. Ahora que se ha restaurado el suministro eléctrico "normal", los habitantes de Gaza dispondrán de diez a doce horas de electricidad por día, lo que aún no es adecuado para los estándares actuales.
A la vez, el silencio ahora domina las bulliciosas calles de Gaza. La semana pasada, la franja estuvo bajo confinamiento estricto, a fin de disminuir la propagación de la COVID-19, que escapó a todo control y comenzó a propagarse en la comunidad. Desafortunadamente, el sistema de salud de Gaza no cuenta con los suministros necesarios para afrontar una propagación masiva. Tiene apenas la cantidad suficiente de camas de cuidado intensivo y de respiradores para asistir a algunas decenas de casos graves.
Los habitantes de Gaza se sienten vulnerables al enfrentarse a un virus que ha causado tanto sufrimiento y disrupción en todo el mundo. Temen tanto por su propia seguridad como por la de sus seres queridos. Mientras tanto, siguen con sus vidas, sabiendo que los servicios de los que dependen (como la electricidad) pueden interrumpirse en cualquier momento. Las consecuencias en la salud mental de una población que ha vivido restricciones de movimiento y de comercio durante catorce años no deben subestimarse.
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DESCRIPCIÓN DE LAS IMÁGENES:
Ubicación: Gaza
Fecha: 31 de agosto de 2020
Duración: 03:50
Camarógrafo: Hisham Mhanna
Ref. CICR: 20200903-Gaza-COVID_Fuel
Derechos de autor: CICR
00:00 - 02:29 Tomas generales en Gaza durante el confinamiento por COVID-19, con las calles en silencio y los comercios cerrados.
02:33 – 03:50 Tomas generales conduciendo por la zona costera de Gaza durante el confinamiento por COVID-19.
FIN